3:37 p. m.

Leyendas de la region pampeana

  • LA LEYENDA PAMPEANA DE LA PIEDRA DE TANDIL

Este notable fenómeno de la naturaleza causó el asombro de cuantos le conocieron. La famosa piedra se encontraba sobre el lomo de una sierra del sistema del Tandil, en la provincia de Buenos Aires, República Argentina. Estaba situada en lo alto, al borde de un precipicio, unida a la roca por un punto de su base, sobre el cual se apoyaba inclinada hacia el vacío. Esta mole de granito tenía lo forma de una campana y media aproximadamente cinco metros de diámetro y cuatro de altura. Lo más notable de ella era que se balanceaba continuamente, oscilando a razón de sesenta veces por minuto. Ni los más violentos huracanes, ni los rayos ni nada pudo desprender la roca de su lugar, donde se mantenía con increíble equilibrio, ante la admiración de gran cantidad de personas que iban al lugar para verla. Un día, el 29 de febrero de 1912, sin ninguna causa visible, en las últimas horas de una tarde muy serena, la piedra rodó por la ladera sin que hasta la fecha haya podido explicarse la razón de la existencia ni los motivos de la caída de esta verdadera maravilla natural.

A los pocos días de su caída, se acercó a la misteriosa piedra el gran escritor argentino Ricardo Rojas. Producto de esta visita, es un magnífico texto olvidado llamado La piedra muerta.

Y ahora acompañemos el modo como la imaginación nativa concibió el origen de la extraña piedra...

Era el principio de los tiempos. El Sol y la Luna eran marido y mujer: dos dioses gigantes, tan buenos y generosos como enormes eran. El Sol era el dueño de todo el calor y la fuerza del mundo; tanto era su poder que de sólo extender los brazos la tierra se inundaba de luz y de sus dedos prodigiosos brotaba el calor a raudales. Era el dueño absoluto de la vida y de la muerte. Ella, la Luna, era blanca y hermosa. Dueña de la sabiduría y el silencio; de la paz y la dulzura. Ante su presencia todo se aquietaba. Andando por la tierra crearon la llanura: una inmensa extensión que cubrieron de pastos y de flores para hacerla más bella. Y la llanura era una lisa alfombra verde por donde los dioses paseaban con blandos pasos. Luego crearon las lagunas donde el Sol y la Luna se bañaban después de sus largos paseos.

Pero los dioses se cansaron de estar solos: y poblaron de peces las aguas y de otros animales la tierra.¡Qué felices se sentían de verlos saltar y correr por sus dominios! Satisfechos de su obra decidieron regresar al cielo. Entonces fue cuando pensaron que alguien debía cuidar esos preciosos campos: y crearon a sus hijos, los hombres. Ahora ya podían regresar. Muy tristes se pusieron los hombres cuando supieron que sus amados padres los dejarían. Entonces el Sol les dijo:

-Nada debéis temer; ésta es vuestra tierra. Yo enviaré mi luz hasta vosotros, todos los días. Y también mi calor para que la vida no acabe.

Y dijo la Luna:

-Nada debéis temer; yo iluminaré levemente las sombras de la noche y velaré vuestro descanso.

Así pasó el tiempo. Los días y las noches. Era el tiempo feliz. Los indios se sentían protegidos por sus dioses y les bastaba mirar al cielo para saber que ellos estaban siempre allí enviándoles sus maravillosos dones. Adoraban al Sol y la Luna y les ofrecían sus cantos y sus danzas.

Un día vieron que el Sol empezaba a palidecer, cada vez más y más y más... ¿qué pasaba?, ¿qué cosa tan extraña hacía que su sonriente rostro dejara de reír? Algo terrible, pero que no podían explicarse, estaba sucediendo. Pronto se dieron cuenta que un gigantesco puma alado acosaba por la inmensidad de los cielos al bondadoso Sol. Y el Dios se debatía entre los zarpazos del terrible animal que quería destruirlo. Los indios no lo pensaron más y se prepararon para defenderlo. Los más valientes y hábiles guerreros se reunieron y empezaron a arrojar sus flechas al intruso que se atrevía a molestar al Sol. Una, dos, miles y miles de flechas fueron arrojadas, pero no lograban destruir al puma, que, por el contrario, cada vez se ponía más furioso. Por fin uno dio en el blanco y el animal cayó atravesado por la flecha que entraba por el vientre y salía por el lomo. Sí, cayó, pero no muerto. Y allí estaba, extendido y rugiendo; estremeciendo la tierra con sus rugidos. Tan enorme era que nadie se atrevía a acercarse y lo miraban, asustados, desde lejos. En tanto el Sol se fue ocultando poco a poco; había recobrado su aspecto risueño. Los indios le miraban complacidos y él les acariciaba los rostros con la punta de sus tibios dedos. El cielo se tiñó de rojo... se fue poniendo violeta.., violeta. ... y poco a poco llegaron las sombras. Entonces salió la Luna. Vio al puma allá abajo, tendido y rugiendo.Compadecida quiso acabar con su agonía. Y empezó a arrojarle piedras para ultimarlo. Tantas y tan enormes que se fueron amontonando sobre el cuerpo hasta cubrirlo totalmente. Tantas y tan enormes que formaron sobre la llanura una sierra: la Sierra de Tandil. La última piedra que arrojó cayó sobre la punta de la flecha que todavía asomaba y allí se quedó clavada. Allí quedó enterrado, también, para siempre, el espíritu del mal, que según los indios no podía salir. Pero cuando el Sol paseaba por los cielos, se estremecía de rabia siempre con el deseo de atacarlo otra vez. Y al moverse hacía oscilar la piedra suspendida en la punta de la sierra.


  • LUZ MALA

Entre las supersticiones y leyendas de la gente del campo o de los cerros está la de la "luz mala" o "Farol de Mandinga", mito con trascendencia religiosa que se extiende por casi todo el Noroeste Argentino.

En algunas épocas del año (generalmente las más secas) se suelen ver de entre las pedregosas y áridas quebradas de los cerros del oeste tucumano (Mala Mala, Nuñorco, Muñoz, Negrito, Quilmes, etc), a la oración - de tarde -, o cuando los últimos rayos del sol iluminan las cumbres de los cerros y el intenso frío de la noche va instalándose en los lugares sombreados, una luz especial, un fuego fatuo; producto de gases exhalados por cosas que se hallan enterradas conjugados con los factores climáticos; a ella - con terror y morbosidad - los lugareños denominan "luz mala" o el "farol del diablo".

El día de San Bartolomé (24 de agosto) es el más propicio para verlos, ya que es cuando parece estar más brillante el haz de luz que se levanta del suelo y que, por creencia general, se debe a la influencia maligna, ya que popularmente estiman que es el único día en que Lucifer se ve libre de los detectives celestiales y puede hacer impunemente de las suyas (Ambrosetti, "Supersticiones y leyendas").

La luz es temida también por que imaginan ver en ella el alma de algún difunto que no ha purgado sus penas y que, por ello, sigue de esa forma en la tierra.

Generalmente nadie cava donde sale la luz por el miedo que ésta superstición les ha producido, los pocos que se han aventurado a ver que hay abajo de la luz siempre han encontrado objetos metálicos o alfarería indígena - muchas veces urnas funerarias con restos humanos, lo que aumentó el terror- que al ser destapada despide un gas a veces mortal para el hombre, por lo que los lugareños aconsejan tomar mucho aire antes de abrir o sino hacerlo con un pullo - manta gruesa de lana - o con un poncho, de suerte que el tufo no llegue a ser respirado.

Nos cuenta don Hipólito Marcial que: "La luz blanca que aparece en la falda del cerro es buena, donde entra hay que clavar un puñal y al otro día ir a cavar... va a encontrar oro y plata. De la luz roja huyan o recen el Rosario, se dice que es luz mala, tentación del diablo".

Debido a la continua migración a las ciudades y centros poblados, y por constante progreso estas leyendas van quedando reservadas solo para los mayores; la juventud se preocupa por otras cosas que estima más importante.


  • LOBIZON

EL LOBIZÓN Es el Mito mas difundido en todo el mundo a través de los tiempos, el hombre lobo que aquí toma el nombre de lobizón o luisón. Pese a ser un mito conocido en todo el mundo Daniel Granada insiste en que ya era conocido en el Plata mucho antes de la llegada de los españoles. Pero en nuestro concepto, en la región es introducido por los conquistadores españoles y portugueses, donde aparece con nitidez también el origen de su nombre Lobis Home (hombre lobo), que en definitiva demuestra el origen de su acepción morfológica, ya que en esta región no existen lobos. Es muy popular en toda nuestra zona. Aparentemente este mito no es americano como muchos quieren creer simplemente se adapto a nuestra zona y se difundió ampliamente. Es un rito universal emparentado con el vampirismo. Es muy popular en todo el área, y según la creencia es el 7º hijo varón ininterrumpido, que nace inexorablemente con esa fatalidad de convertirse los viernes de luna nueva en un animal peludo, negro a veces, otras de color grisáceo, semejante a un perro pero del tamaño de un potrillo, que pasuquea al trotar al igual que el aguará (zorro de crin), y que se alimenta de carroñas y osamentas, por lo que recorre el cementerios. Otras versiones y autores lo dan convirtiéndose el martes y el jueves, como días fastos, pero esto no varía sus formas y actividad. El lobizón generalmente no ataca al hombre, mas bien huye de la presencia de él, pero si encuentra a una persona desprevenida, trata de pasar entre sus piernas librándose así del sortilegio, trasmitiéndola en su totalidad al boquiabierto . por supuesto si se siente agredido atacará a quien lo haga para matarlo y luego devorarlo. También se cree que las balas de plata los mata, convirtiéndose en el instante de su muerte en el hombre que es en realidad.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

rubuhynuryheuhj8uhjjf

Anónimo dijo...

Que wapo que es luis on no le dicen si quiere ser mi novio 🤵 lo amo me exista

Anónimo dijo...

Ooh no era bait como borro esto

Anónimo dijo...

Era mentira xfavor no me denuncien me agarraron el celular xfavor yo no tengo nd que ver